Así que pese a las limitaciones y restricciones, teníamos claro desde el primer minuto que la ciudad no podía quedarse sin esta edición de su Feria del Libro. Y nos hemos adaptado al contexto, apoyando y construyendo junto a los escritores, las escritoras y las librerías de la ciudad que tan difícil lo han pasado en el periodo de pandemia. Porque no existe celebración de la lectura si la gente no lee y porque tenemos la responsabilidad de facilitar las herramientas necesarias para que la gente lea y también, por qué no, se atreva a escribir.
Y porque la ciudad necesita de sus librerías, del olor a tinta y de las historias que nos acompañan bajo la tapa de un libro. Bienvenidos a la Feria del libro. A una feria diferente, adaptada, segura y responsable. Bienvenidas, y no habrá pandemia que pueda con ella, a la fiesta y la celebración del “respeto a la palabra”, de las ganas, la necesidad y el placer de la lectura.